Poemas
Te compartimos poemas inspirados en nuestra región, escritos por Pilar López integrante de Encuentro Ciudadano Lagunero
El Agua... La Divina
La magnífica…
La multifacética, quien nos acompaña sobre todo de día, guiada por la imponderable: la señora Luna, ante quien hay que rendirse y hasta hacerle la estela que se merece, para que pueda manifestarse como lo hace, en forma precisa, otras veces de manera impredecible y hasta inevitable.
¡Con qué gusto disfrutamos a la divina… pero ahora ya tan escondida por escaza!
Además, la hemos forzado tanto que hasta le hemos vilipendiado o al menos la hemos tratado con indiferencia… casi le decimos: “tu agua debes estar ahí, no te desaparezcas…”
Vive bien agua mía, que no te maltratemos quienes te recogemos en tinacos, tanques, cubetas, cisternas o tambos, ahí y desde ahí con afanes utilitaristas… y no se diga los obcecados agrolecheros que te sobreexplotan.
Ya no tenemos la oportunidad de disfrutarte directamente del acuífero, te hemos mancillado y ahora el lujo es saborearte vía el plástico.
¿Dónde quedaron los rituales? ¿Quién o quiénes tan siquiera te cantamos música sutil o significativa ante tus evidentes méritos?
No, no te llegamos a ver con displicencia, pero no nos damos el tiempo para amarte, o en todo caso para consentirte y apreciarte…
Y sin embargo seguramente nos dirías: ‘agua eres, y con agua sobre vivirás’
¿Dónde está el Río Nazas?
El padre Nazas no se oye
lo tienen escondido
habita en el almacén de las grandes aguas
escucho los gritos de su silencio
Su travesía es ignorada por muchos
Se ha convertido en un extraño
¿Sabemos del caudal que hemos perdido?
¿Qué secretos lo contienen?
¿Cómo vemos al río, cuántas veces lo recordamos?
De hecho sus genes no nos son ajenos
Al menos seguido lo volteamos a ver
Su memoria plena de biodiversidad
Sus corrientes internas…
Ahí estaciona sus entrañas
Su destino equivocado se rige por el dinero
El gozo de tenerlo fue trastocado…
Las plantas resintieron su abandono
¡Y tantas especies que se ausentaron definitivamente!
La Laguna es una promesa
¡Qué nos devuelvan al río!
Queremos un río visible
Doy gracias por sus épocas pasadas
cuando su generosidad fue mayúscula
Y ahora ¿Quién se conmueve?
¿Quiénes luchan porque viva de nuevo?
La colectividad ensoñadora lo desea vivo
consciente o inconscientemente
Quitarle ha sido la tarea
Los caminos de su riego se pueden trastocar
Hay planes para nuevos rumbos, nuevos derroteros
Nos aqueja el llanto del agua
Y a la vez está nuestra cosmovisión de volver hacia la vida
Y sí, hemos perdido conciencia del río
pero también sabemos que nuestra voz puede demandar alto y definitivo
Gloriosa el Agua
Más allá de nuestro acercamiento a tus evidencias,
me rindo a ti por tus prodigios.
Por ti nos organizamos y así nos ayudas a darle vida a nuestro techo.
Nos procuras multiplicidad.
Declarada y decididamente te amo… por ti mi vida dio un giro enorme que continúa todavía móvil y en andanzas.
Armo todos los días las noticias de tus facetas…
desde lo mínimo hasta planas millonarias.
¿Cómo te tratan?
¿Quiénes se apropian de ti?
¿Cómo reaccionamos ante tu ausencia por la escasez?
Los mecanismos para tu distribución que hemos creado: tubos y más tubos
para nuestro confort; son prácticos y a la vez útiles
¿Cómo te correspondemos por ello?
Reconocer tu papel en nuestra existencia seria una ruta,
un camino acertado
Quedo a tus pies, agua mía.
En La Laguna
Duele nuestra agua
Sufre la comunidad nuestra, desde las entrañas
-Suelo vergel de unos cuantos-
El despojo nos deja hambrientos de sed
-vivimos sin el lamento necesario-
La llamada al agua no es para todos…
Pero eso sí, el arsénico nos ha invadido
en proporciones descomunales…
Nos manifestamos ante la desdicha
solo contamos con el gota a gota
nuestras comunidades crecen y crecen en
sequedad.
¿Y dónde están los grandes ausentes,
nuestros ríos?
¿Dónde me lavo?
¿Dónde me curo?
¿Dónde sacio mi necesidad?
Ahí está el agua que nos queda:
en los campos agrícolas
Privilegio de unos cuantos auto elegidos
Nuestra agua cohabita con el nepotismo
a costillas de nuestra salud…
Me duele nuestra agua
'Agua'
Quiero volver a tierras niñas;
llévenme a un blando país de aguas.
En grandes pastos envejezca
y haga al río fábula y fábula.
Tenga una fuente por mi madre
y en la siesta salga a buscarla,
y en jarras baje de una peña
un agua dulce, aguda y áspera.
Me venza y pare los alientos
el agua acérrima y helada.
¡Rompa mi vaso y al beberla
me vuelva niñas las entrañas!
'Agua ¿a dónde vas?'
Agua, ¿dónde vas?
Riyendo voy por el río
a las orillas de mar.
Mar, ¿adónde vas?
Río arriba voy buscando
fuente donde descansar.
Chopo, y tú ¿qué harás?
No quiero decirte nada.
Yo..., ¡temblar!
¿Qué deseo, qué no deseo,
por el río y por la mar?
(Cuatro pájaros sin rumbo
en el alto chopo están).
'Llueve en silencio, que esta lluvia es muda'
Llueve en silencio, que esta lluvia es muda y no hace ruido si no con sosiego.
El cielo duerme. Cuando el alma es viuda de algo que ignora, el sentimiento es ciego.
Llueve. De mí (de este que soy) reniego...
Tan dulce es esta lluvia de escuchar (no parece de nubes) que parece que no es lluvia, mas sólo un susurrar que a sí mismo se olvida cuando crece.
Llueve. Nada apetece...
No pasa el viento, cielo no hay que sienta.
Llueve lejana e indistintamente, como una cosa cierta que nos mienta, como un deseo grande que nos miente.
Llueve. Nada en mí siente...
Nocturno Mar
Mar sin viento ni cielo,
sin olas, desolado,
nocturno mar sin espuma en los labios,
nocturno mar sin cólera,
conforme con lamer las paredes que lo mantienen preso
y esclavo que no rompe sus riberas
y ciego que no busca la luz que le robaron
y amante que no quiere sino su desamor.
Monumento al Mar
Este es el mar que se despierta como el llanto de un niño.
El mar abriendo los ojos y buscando el sol con sus pequeñas manos temblorosas.
El mar empujando las olas,
sus olas que barajan los destinos.
El río
YO entré en Florencia. Era de noche. Temblé escuchando
casi dormido lo que el dulce río
me contaba.
Yo no sé lo que dicen los cuadros ni los libros
(no todos los cuadros ni todos los libros, sólo algunos),
pero sé lo que dicen todos los ríos.
Tienen el mismo idioma que yo tengo.
En las tierras salvajes el Orinoco me habla
y entiendo, entiendo historias que no puedo repetir.
Hay secretos míos que el río se ha llevado, y lo que me
pidió lo voy cumpliendo poco a poco en la tierra.
Reconocí en la voz del Arno entonces viejas palabras que
buscaban mi boca, como el que nunca conoció la miel
y halla que reconoce su delicia.
Así escuché las voces del río de Florencia, como si antes de ser
me hubieran dicho lo que ahora escuchaba:
sueños y pasos que me unían a la voz del río, seres en
movimiento, golpes de luz en la historia, tercetos encendidos
como lámparas.
El pan y la sangre cantaban con la voz nocturna del agua.