Boletín #14

HONRAR EL AGUA

​

El agua es algo más que el líquido dulce cristalino y fresco que bebemos. Es algo más que su fórmula química que combina hidrógeno y oxígeno, el agua es eso y mucho más, es la fuente de vida de todo lo existente.

Desde el inicio de la humanidad se le ha rendido tributo tanto para que aparezca durante graves sequías o bien para librarse de ella en medio de grandes tempestades. Aparece en los ritos de las religiones en todos los pueblos de la tierra, así como en el mítico diluvio que destruye y da origen nuevamente a la existencia.

El agua en la religión judeo cristiana nos integra a la vida a través de bautismo y acude a nuestra última morada, principio y fin, alfa y omega. En otras religiones como en Egipto, las aguas del Río Nilo constituyen la última morada, en India las aguas del Río el Ganges purifican y en otras más, da origen a la vida.

En la filosofía, en la Grecia Antigua, el gran sabio Tales de Mileto, aseguraba que el origen de todas las cosas es el agua, “porque las semillas de todas las cosas tienen naturaleza húmeda y el agua es el principio de la naturaleza para las cosas húmedas”. 

Así mismo, Heráclito el viejo materialista y atomista considera que todo fluye como el agua, lo que lleva a ciclos perpetuos “Nos bañamos y no nos bañamos en el mismo río, porque el agua fluye de manera constante”.

De la misma manera, hoy deberíamos honrar el agua, cuidar el agua, conservarla para nosotros y las generaciones posteriores, el agua es tal y como lo ven las religiones, la filosofía, nuestros alfa y omega, nuestro fin o nuestro futuro.

Somos privilegiados por contar con dos ríos; el Nazas y el Aguanaval, pero los tenemos presos y debemos liberarlos. El agua que se fuga y surte nuestros acuíferos los estamos sobre explotando.

 

DEBEMOS LIBERAR NUESTROS RÍOS.
DEBEMOS DETENER EL SAQUEO DE NUESTROS ACUÍFEROS.