Boletín #3

Somos un lugar privilegiado. Somos parte de un desierto, pero somos un oasis. Es decir, contamos con reservas de agua subterráneas que nos proporcionan los Ríos Nazas y Aguanaval.

Sin embargo, la voracidad en la extracción de agua está acabando con esas reservas, pues se saca el doble de agua que se recarga.

La causa de este uso irracional del líquido, es el establecimiento de una cuenca lechera en el desierto, actividad que enriquece a unas cuantas familias, pudiendo dedicar esos capitales al desarrollo de actividades que se orienten a conservar nuestros acuíferos que son ya más valiosos que el petróleo u otros recursos.

La sobre explotación nos está llevando a la extinción de nuestras reservas y además ha generado un problema de salud enorme; el arsenicismo que afecta a más de un millón de habitantes y que provoca daños a la salud que van desde enfermedades renales, cáncer de piel y otros órganos, amputaciones por taponamiento de vena y arterias.